A veces no quiero salir.
Afuera puedo encontrarme con ellos.
Esos pequeños pedazos de ti
que aún viven enredados
en el tendido eléctrico,
en las aceras, en esa tienda
que ya no está pero donde estuvimos.
Esos pedazos de ti que aún
no he podido borrar.
Ya es mejor, dentro de mí
ya no hay casi nada.
Puedo estar aquí,
besar allá y también
puedo hacer humedecer
otras cavidades sin que nada
en mí proteste, porque
casi casi ya no estás por aquí.
Pero si salgo, hay veces que
estás allá, lejos en un anuncio,
en alguna hoja seca,
en un sueño roto,
en un hasta siempre que alguien dice,
en un para siempre, en un siempre juntos,
en un confía en mí,
en los pequeños pedazos de ilusión
que alguien quiere que crea.
Ya es mejor.
Solo tengo que no salir.
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