Vengan a mi
pequeños duendes de la noche.
Abranme paso en esta noche
en que mis manos no la tocan.
Los conjuro en nombre
de estas lágrimas de fuego
y de mis sueños perdidos.
Hagan que mi corazón muera
para ser como ustedes,
criaturas nocturnas
que no conocen la luz de sus ojos.
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