Me posé en tu rama
aquella mañana, buscaba mi flor pero
no la encontraba
al atardecer, el viento incitaba,
mis alas vibraban, el adiós se acercaba.
Florecilla mía, me llevo en el alma
dos pétalos suaves de tu corona de plata,
mi destino es este, yo ya lo esperaba...
El viento me exita, despliego mis alas.
Aquella misma noche volé hasta el alba.
La dejaba sola y sola lloraba.
Seguía buscando sin encontrar nada,
ayer ví en una charca, en que descaba,
sobre mi frente ancha su corona de plata,
comprendí que ella era la que yo buscaba
pero sus pétalos estaban secos dentro de mi alma.
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