Algún día nos miraremos a los ojos
y no será un sueño
tus manos en las mías.
Cuanto te esperé aquella tarde
de nervios, de palabras sin sentido,
de silencios elocuentes.
Te aposté mi vida y perdí,
ahora no me encuentro,
estoy caminando en el borde
de un barranco, sin ojos.
Algún día no me bañará
de melancoía tu presencia.
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